Sobre la soledad

Carta enviada el 18 de enero de 2022

A mi no me gusta la soledad. Hay gente que no tiene problemas con eso, que ama y necesita estar sola, que lo disfruta;  a esa gente la envidio. Pero la vida es bien particular y siento que una de las cosas que vine a aprender es a estar sola.

“Si no te gusta la sopa, te tocan dos platos”,  dice el dicho popular. 

Creo que he aprendido, no me gusta, pero no lo llevo mal. Desde que nací he tenido un historial de cambios geográficos y además tengo 10 años lejos de mi país (3 países distintos). A esto hay que sumarle que no se me hace fácil hacer amigos, así que lejos de mi familia y de mis afectos me ha tocado aprender a estar sola… bueno con Ricky, mi gato. 

Resulta que hace poco me enteré que tengo el sol en la casa 7, que significa una necesidad de relacionarme con los otros y de que mi vida esté llena de gente. Más allá de la astrología, es una realidad que me gusta querer a la gente, relacionarme, hablar y crear vínculos.

El año pasado fue un año difícil, lo he dicho varias veces, pero lo que más recuerdo fue haber sentido mucha soledad, como nunca antes. Recuerdo que en febrero del 2022 me leí el tarot y me dijeron que eso me iba pasar y yo respondí “no me puedo sentirme más sola que en Suiza”... pues resulta que sí, que fue MUCHO peor.  

El 21 de diciembre, mi esposo me invitó a hacer una meditación y yo, que no soy mucho de meditar, le dije que sí. Era para hablar con tu yo de dentro de 20 años. En 20 años voy a tener 59 años. 

Cuando comencé a hacer la meditación me vi caminando por una marina y entrando a mi casa.  De mi casa no pude ver mucho, pero la Dani de 59 años, vestida con lino blanco, se sentaba en una silla detrás de una gran biblioteca, y estaba sola. Ella me decía: “Tranquila, vas a estar bien”. 

El año que me he sentido más sola terminaba con esta imagen de mi yo de 59 años sola. No me lo tomé bien, me puse a llorar. Mezcla de miedo, frustración, tristeza y un poco de alivio de “saber” que estaría bien. Al final me tomó un tiempo digerir la experiencia, fue intensa como todo el año. 

Cuando terminé la meditación agarre mi celular y tenía un mail. Era de una de ustedes que respondía a este boletín (al primero que mandé), un mail hermoso, largo, lleno de agradecimiento, de empatía.  Ese mail venía en un hilo de mails de todas las personas que me respondieron, que fueron muchas. Así que decidí releer todos los mail que había recibido después de enviar mi primera carta.

Después de leerlos seguí llorando, pero de agradecimiento, porque la verdad nunca he estado sola, aunque geográficamente esté lejos, no estoy sola. Quizás la compañía no es como yo me lo imagino, de mi familia que es linda y amorosa; de mis amigas, poquísimas pero increíbles, de mi equipo en Project Glam que casi me organiza un bingo digital para que me sintiera mejor, sino también de ustedes. 

Esas respuestas a mi primer boletín me hicieron entender que somos más que una comunicación digital, que somos una comunidad, que nos sostenemos y nos acompañamos, desde muchos lugares. Al menos así lo siento yo. 

Tenía 2 meses que no publicaba nada en redes sociales, y la semana pasada hice un post para contarles un poco de qué va la vida, y la respuesta fue increíble. Definitivamente cosechas lo que siembras y yo tengo un jardín hermoso con ustedes. 

Este mail es básicamente para decirte GRACIAS. Por acompañarme, por sostenerme, por hacerme sentir que no estoy sola. 

También para desearles salud y amor en este 2023… todo lo demás viene solo.

Anterior
Anterior

Sobre el amor y lo cotidiano

Siguiente
Siguiente

El primero tiene que ser perfecto