Sobre la tormenta

Hace un año comencé estas cartas. Era un proyecto que había querido hacer desde hace mucho y que me llenaba de ilusión. Poder compartir con un pequeño grupo de personas mis reflexiones y los contenidos que estaba consumiendo, libros, series, revistas, podcast. Tenía miles de planes. La última de estas cartas la mandé el 28 de febrero, hablaba sobre lo cotidiano del amor. 

Ese mismo día cuando yo hablaba de lo maravilloso que era el amor de todos los días y recibía sus respuestas llenas de ilusiones, amorosas, hermosas; mi esposo y yo después de 17 años de relación decidíamos separarnos.

Mira lo que es la vida…. me sentí bastante payasa por mandar ese mail. 

Lo que vino de ahí en adelante fueron los peores meses de mi vida. Regresé a San Francisco -porque estábamos en nuestro apartamento de Caracas, nuestra primera casa- y en dos meses hice dos maletas y 10 cajas y regresé a vivir a Caracas después de 12 años fuera del país.  

Decir que tenía el corazón roto creo que es decir poco… en varios momentos pensé que me moría…  Miguel y yo desde el infinito amor que siempre nos hemos tenido, fuimos gentiles el uno con el otro, delicados en casi todos los momentos, amorosos. Conversamos sobre cómo lo haríamos juntos, sin pelearnos, llegamos a acuerdos, negociamos, nos ayudamos. Nunca nos peleamos, lloramos mucho juntos, nos acompañamos en esos dos meses horrorosos de recoger lo poco que pude, botar más de la mitad de mis cosas, donar muchos de mis libros y volver a Caracas. 

Carla, Olivia, María Jesús, Ximena, Luisa y Mafe me sostuvieron desde la distancia, vivir esos dos meses lejos de todo el mundo fue duro… muy duro. Físicamente estaba sola, pero ellas estuvieron ahí, agradecí por mis papás que en medio de su angustia me apoyaron incondicionalmente. 

Agradecí infinitamente todo el amor que sembré durante años, porque en este tiempo no he hecho más que cosecharlo.  Me llamaron todos los días,  me acompañaron cuando me sentaba en el suelo a llorar frente a las 10 cajas, tratando de guardar 17 años juntos, 4 países y las miles de ilusiones que se rompían.

Lo que más me dolía era darme cuenta que el amor no era suficiente para sostener un matrimonio. Lloré todos los días de esos dos meses, pedí fuerzas. Tenía el alma rota. 

El 11 de mayo, salí de mi casa en San Francisco, con dos maletas y mi gato en el hombro. Miguel me llevó al aeropuerto, nos dijimos adiós llenos de dolor, pero también de cariño. Yo me llevaba a Ricky, creo que fue y sigue siendo un golpe durísimo para Miguel. Le agradezco de corazón que me lo haya permitido traer. Creo que dejar a Ricky no hubiera sido posible para mi. Ricky durante todos estos años me cohesionó la vida. 


Han sido los meses más duros, he tenido que reinventarme en todo, me he mudado dos veces más, ahora como en unos platos verdes, no tenía ni una almohada y me tocó comenzar literal desde 0 y con el corazón roto. 


Lloré sin parar, en todos lados: en los baños públicos, en las oficinas, en la casa de mi hermana, con mi tía, con mi tío, con mis papás, con mis amigas, con mi psicóloga. Fui al psiquiatra, me medicaron, aguanté “la pela” del tratamiento las primeras semanas, mi psiquiatra me llamaba y me prometía que iba a pasar. Carla me juraba que iba a pasar, que aguantara, mi hermana me obligaba a comer, mientras yo solo quería vomitar. Pasó y mejoré. El tratamiento me levantó de la cama. ¡Gracias Florencio!


Escribir esta carta es complicado, porque explicar esta ruptura y el cambio que dió mi vida desde ese 28 de febrero no creo que sea posible, por lo menos no ahora, pero aquí estoy, no me morí y quiero retomar mis proyectos, incluyendo este que siempre me llena de ilusión. He intentado sentarme a escribir esta carta desde hace mucho, solo hoy pude. 


Hace un mes  me mudé a “mi casa”, compré muchas cosas rosadas, parece la  casa de la Barbie; seguí trabajando, trabajo mucho. Almuerzo con mi familia los domingos, voy a pilates casi todos los días con mi hermana y hago spinning con reggaetón a todo volumen.   


Juego con Gael - el bebé de mi amiga Ximena que tuvo la gentileza de esperarme para nacer solo dos días después que yo llegara a Caracas- al que he tenido la fortuna de ver crecer muy de cerca. Una bendición tenerlo, cuando me quiero reconciliar con la vida lo miro a él. Tengo una ahijada, mi primera ahijada, que se llama Alegría (la mejor metáfora de lo que necesitaba en ese momento) que adoro y le agradezco a Mariana su amistad y la posibilidad de estar cerca de su hija, juro honrar ese papel. Tengo un proyecto nuevo con vinos que también me da mucha ilusión y me despierto viendo El Ávila que tanto extrañé. 


Me tocó reconstruirme, estoy en eso, me volví a mudar de país y dos veces más me mudé  de casa, me tocó desapegarme de mis cosas, de mi casa, de mi vida, de mis sueños… Algunos días siento que avanzo, otros que retrocedo. Pero sigo aquí y como diría mi amiga Carla: “estoy orgullosa de ti, porque pase lo que pase te eres siempre fiel a ti misma”. Y así fue, no me traicioné.

No me morí… y al parecer estoy pudiendo, aunque no canto victoria. 

Gracias por seguir aquí… Obviamente escribo este mail a moco suelto, pero feliz de poder volver a escribir. 

Mis dos maletas y Ricky. 11 de mayo del 2023

P.D: Gracias especiales a Carla, Olivia,  Ximena y Mafe que me llamaron todos los días, que se aguantaron mis llantos infinitos y que me dijeron todos los días mil veces: no te vas a morir, no te vas a quedar triste para siempre y sí vas a poder. 


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